jueves, 31 de marzo de 2016

A las doce y cuarto

Saca las llaves del bolsillo.
Abre la puerta del garaje.
Maniobra para aparcar el taxi de día.
Siéntate en el asiento del taxi de noche.
Mantén la mente en blanco esos quince minutos antes de volver al trabajo.

Otra vez el maldito Focus gris que va a obstaculizar el camino que necesito coger para salir. ¡Anda! Si está la chica otra vez, qué sorpresa... ¿No se cansará de traerla día tras día? Si yo fuera él, habría soportado traerla como mucho tres o cuatro noches, pero este chico lleva más de un año viniendo casi todas. Doy fe.

Engulle el bocadillo, ese que lleva todo el día en el maletero.
Quítate los zapatos un ratito.
Envía un whatsapp al grupo que tienes con tu mujer y tus hijos.
Que sepan que estás bien.
"Familia, no me esperéis despiertos. Ya queda menos." Como cada noche.

- Ten cuidado y escríbeme cuando llegues. Te quiero.

Y cierra la puerta del coche. El móvil en una mano y las llaves en la otra, como cada noche. Recoge un beso en una mano y lo deja caer en el cristal de la ventana, como cada noche.

No puedo evitar pensar "os odio". Demasiado jóvenes. No sabéis nada de la vida ni el amor. Os dedicáis a vaguear, emborracharos y molestar. Niñatos. Maleducados.

Nunca arranca el motor antes de asegurarse de que ella ha entrado al edificio y la puerta se ha cerrado a sus espaldas. Y no sin antes haberse besado durante, mínimo, los diez minutos que ya llevo aquí. Ya sale. Por fin se va a casa, sana y salva, como cada noche.

Está girando la cabeza. Hacia mí...
Me está saludando con una mano...
Me ha sonreído...

Cómo cada noche...